VISITA A PRÍBOR, CIUDAD NATAL DE FREUD
Príbor, antiguo Freiburg, es un bella y pequeña ciudad situada en la región de Moravia, al Noreste de Chequia, antigua República Checoslovaca, en dirección a Ostrava por la carretera N48 entre Nový Jicín y Frýdek-Místek. Aunque las carreteras de Chequia siguen en obras y con desvíos provisionales, están en buen estado y bien señalizadas; es difícil perderse.
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La entrada al pueblo está flanqueada por frondosos árboles que hacen creer
que no existe un pueblo hasta que estás casi dentro de él, lo que hace más
mágico e impactante el encuentro con las primeras casas de la carretera que son
una especie de chalets-caserones con un aspecto de fotografía de cuento.
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La plaza de Príbor es de estilo Barroco, cuadrada y rodeada de casas de
piedra de gran calidad y hechas con buen gusto. Los arcos de sus soportales
muestran la envergadura arquitectónica que caracteriza la vista general
pareciendo, a simple vista, que Príbor nunca ha sido un pueblo pobre. |
Aunque al principio parezca que el pueblo se haya olvidado de Freud, porque
no se ven signos de él por ninguna parte, resulta que un poquito antes de
entrar a la plaza, a mano izquierda, en un jardincito muy cuidado y rodeado de
árboles se yergue el monumento a Sigmund Freud (o Freda, como dicen allí).
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Cuando el primer encuentro con los signos de Freud transmiten la tranquilidad
de saber que se está en el sitio, se impone, entonces, buscar un alojamiento.
El pueblo sólo tiene dos pensiones que llaman hotel. Es recomendable hospedarse
en el hotel Viktoria -al entrar en la Plaza, la primera calle a la derecha
(ver foto)- a pesar de lo que pueda sorprender al principio. |
Efectivamente, saliendo por la parte de atrás del hotel Viktoria está la
casa donde nació Freud. Un caserón de dos plantas y un desván, toda ella
rodeada de un jardincito y con una placa conmemorativa, que podría ser la
envidia de cualquier familia europea y que, sin embargo, en comparación con el
resto de las elegantes casas del pueblo, se puede deducir que la familia de Freud vivía modestamente. |
![]() ![]() Entonces, ¿cómo poder ver la casa de Freud por dentro? Como los Checos se vuelven locos por los euros, el Sr. Matula sacará un librito escrito en checo y un póster y lo intentará vender con una sonrisa de oreja a oreja. Hay que comprarlo y hacer una exhibición de euros. Luego hay que decirle que se quiere un masaje y que se vendrá con una cámara fotográfica, a lo que responderá que lo hará encantado si se le paga en euros. ![]() Después de todo esto, cuando se va a recibir el masaje, el Sr. Matula, muy contento, tratará de decir que la habitación donde trabaja es la habitación en la que dormía Freud, señalará una esquina y dirá que en ella estaba la cuna de Freud, que eligió esa habitación para dar los masajes porque está llena de energías positivas y bla bla bla... Son tonterías, por supuesto, pero todo esto lo dice en checo y se le termina entendiendo ¿por qué será...? ![]() En la planta de abajo de la casa están la habitación de Freud, el baño, la cocina y el salón y en la planta de arriba hay tres habitaciones dormitorio y un cuarto de la plancha. Es recomendable no dejar de subir al desván, porque tiene tanta porquería y tanto polvo que es el único lugar de la casa donde se puede tener la sensación de que allí seguro que hay algo que perteneció a la familia de Freud, el resto está decorada según el gusto de los actuales dueños. Otro detalle curioso es la llave gigante que cuelga de la fachada de la casa; como alguien dijo, parece la llave con la que Freud abrió la puerta del inconsciente. ![]() ![]()
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Príbor está atravesado por el río Lubina, un hermoso cauce de agua limpia que transporta el sonido de la soledad cuando se hace preguntas, y por unas interminables vías de tren, cuyo origen y final se desconocen desde donde se miran. En ese lugar se conjugan la tranquilidad de las aguas y el entusiasmo del tren cuando aparece, el uno rápido y fugaz, la otra lenta pero constante; los dos siempre pujando hacia el horizonte. Seguro que en la intersección de ambos instantes coincidiendo y desde el puente, nació el gusto de Freud por los viajes en tren. |
Después de haber vivido la suerte de que en un pueblo tan hermoso estén el
monumento y la casa de Freud, la visita al puente del río Lubina y la
experiencia del tren hacen existir a Freud, por un ratito, en una especie de
nube flotante desde la que se percibe que fue Freud quien nació allí y que es
por él por quien se está allí, pero que hace mucho tiempo que ya no está.
Por eso, hasta el hecho de marcharse se impregna de una nostálgica despedida
compartida.
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